Vicente Javier-F

GRACIAS POR ENTRAR EN ESTE TROCITO DE MUNDO PARTICULAR, POR AYUDARME A BUSCAR ESE MOMENTO DE PLACIDEZ. A VECES NOS LLEGA SINTIENDO LO BELLO, LO SUAVE Y SERENO. LO MISMO TE OCURREN LOS SALTOS DE ASOMBRO. LA VISTA LO APRECIA Y LO BUSCA INCESANTE.







GRACIAS DE NUEVO AL LEER LO QUE ESCRIBO. LO MISMO OS DIGO POR VER LO QUE VI.







domingo, 30 de diciembre de 2018

sábado, 29 de diciembre de 2018

Dónde su sendero negro


¿A dónde irán
después del mar de nubes
que las baña sin rozar?

¿A qué tipo de ramas
en un final de vuelo tenso
que les hace alborotar?

¿Dónde su sendero negro
no será una estela siempre
de los miedos sin igual?

A mí, que me pilla sin mirar


Y a mí, que me pilla sin mirar
—el tiempo este de la caridad del mar,
que se deja acariciar por estos dedos
derrotados en arenas de interior,
por estos labios insalubres para la amplia espuma
de la mar—. Y yo, que estuve a punto de mirar…

martes, 18 de diciembre de 2018

Alma de zapato







He entregado el alma de zapato
a los suelos pertinentes con los roces leves.

En estos días como suelas, tan pegados a los granos de la tierra
que no arquean sino efímeros sustratos de su luz.

Estos síntomas de suela, de equilibrios en el ras de las pisadas,
junto al vuelo de un tostado ronroneo de las hojas sin su voz.

jueves, 6 de diciembre de 2018

Así como caen tus ojos


Así como caen tus ojos
al profundo lago oscuro,
así se me van los míos
a ese abismo impenetrado
por la luz que te embadurna
mientras bajas a los cienos
y se encuentran nuestras almas.

lunes, 3 de diciembre de 2018

Los sangrantes ojos negros

¿Por qué
g
e
m
i
r
en los momentos
que se olvidan
del
a         o?
  g    d
    ra

¿Por qué los labios,
los sangrantes ojos negros
se te
e
s
c
u
r
r
e
n
a lo vano?

domingo, 2 de diciembre de 2018

Sentar la propia espera


Sentar la propia espera
en un trono tan blanco
que le suban sentenciosos negros,
como ocupas de su tiempo quebradizo,
cuando bien pudiera parecernos asentada —ella,
la que tanto hacía por dejarnos embaucar cada segundo
por el triste influjo de una atmósfera que hilaba eternidades.