CÓMO NO IBA A HABER VIAJADO

He tomado vacaciones de baúl, recogido
y muy tranquilo, acoplando mi esqueleto
a los recodos arqueados de sus curvas.
No volaba. No sentí despegue alguno
que dejara atrás la estancia en la que
duermo en mis secretos escondidos.
No sentí tampoco el vuelo que elevase
nuestros cuerpos por encima de las nubes,
y ello me hizo entrar en dudas
por si aquello del baúl no era el tal viaje.
Mas... cómo no sentir altivo el recorrido
que me daba, dando vueltas y más vueltas
al montón de pensamientos que subían
por el monte, por las sendas y los valles escarpados
y sintiendo el frío intenso.
Cómo no iba yo a estar alto si lo noto,
si ora bajo por los cauces que me arrastran
en bravuras y ora siento el ser inquieto
y he querido abrir la tapa del baúl y dar un salto.
Pero luego los remansos me han traído
cierto aplomo y he creído zambullirme
por las aguas esmeraldas de de los mares bien lejanos.
Pero, claro, tanto viaje arrebatado ha impedido
que lograra yo acordarme de los cientos de lugares
que al saber que yo no habito he creído que eran sitio
de otros  seres. Así que... cómo no iba a haber viajado
si las curvas  arqueadas  de mis hombros no se atreven
a elevar  la tapa en ciernes del baúl que me sostiene.

A VECES

A veces los cielos surcan
nuestros suelos hurgando en
sustratos descompuestos.