Estos pájaros se creen
que el verano
forma parte
de una alegre excitación tramposa,
sienten
que no hay cortes provocados por los hielos,
que el mullido de sus nidos
no se empapa
con la escarcha,
y su trino desbocado
no se sabe
si es batalla por los campos
o dolor por tanto agrado.
Pero viene la tormenta con sus gotas hechas hielo y
desparrama geometrías que los hieren.