Casa
Casa,
cobijo, coraza y canto
de un te llevo si me marcho.
Casa,
piel de tantas veces alma del dominio.
Grata,
tanto como quiera la quietud enamorarla.
Solo dos
los pétalos de arcilla que te cubren la techumbre,
flor que quieres sea nocturna
si te colma cuando excita las fragancias de su calma.
Solo dos telas de abrigo,
la del tenue lino, que al rozar te arroba; la del amplio
velo de su sol interno.