Vicente Javier-F

GRACIAS POR ENTRAR EN ESTE TROCITO DE MUNDO PARTICULAR, POR AYUDARME A BUSCAR ESE MOMENTO DE PLACIDEZ. A VECES NOS LLEGA SINTIENDO LO BELLO, LO SUAVE Y SERENO. LO MISMO TE OCURREN LOS SALTOS DE ASOMBRO. LA VISTA LO APRECIA Y LO BUSCA INCESANTE.







GRACIAS DE NUEVO AL LEER LO QUE ESCRIBO. LO MISMO OS DIGO POR VER LO QUE VI.







sábado, 31 de enero de 2015

Es la historia de un zapato, que cayó desde las nubes

Ahora puedo yo soñar -quizás- que las nubes son
planetas donde viven los humildes seres grises invisibles,
que queriendo conocer mi mundo activo
muchas veces se abalanzan hasta el ras de mis mentiras
cotidianas y deambulan ocultando nuestras vistas
y esparciendo el interior de su planeta
por la vida que aquí abajo nos sujeta.
Mas no veo siluetas.

Son planetas que se posan o que viven enlazados
con los fríos siderales. Son planetas con las formas
que soñamos otorgarles, porque no sabemos ser
sin extender nuestro capricho, y hasta a veces
nos extraña que un planeta tenga vida de una forma
tan resuelta que se escape a nuestra mente abotargada.
Y no me extraña que un planeta llore gotas desde arriba,
pues cuando se ven repletos, de esa forma exteriorizan
que es mejor su ligereza, aunque duela el desprenderse,
que ser terca bola gruesa.

¡Ay! Un planeta.... y otro junto que deslizan sus hechuras
como soplos de acrobacias. Si lo quieren, nos visitan, y si no,
pierden la vista de esta bola grueso-estanca.
Ahora sueño en los planetas de vapores.
¿No son firmes? ¿Y no pueden ser sin rocas?
¡No!, me dirán desde la tierra precursora, y no puede haber
planetas tan pegados a tu puerta.
¿Y un planeta que se vuela? Eso no se da en la escuela...

Hay que ver qué sueño extraño. Mañana si me lo propongo
echaré al mar un zapato y veré que las hebillas
son las cimas bien nevadas de una isla que se mueve entre
las aguas que la mecen. No querré que se esté quieta.


  Dedicada a mi amigo Ángel Benito, que tanta forma da a las nubes de su imaginación.

  (*) Hay quien dividió a las personas pensando en las que solo ven nubes y en aquellas que les dan formas.

  D. Ramón Gómez de la Serna divagó sobre las nubes diciendo: "El mejor destino que hay es el de supervisor de nubes, acostado en una hamaca mirando al cielo