¿A qué huele un instante que se pierde,
un instante que ha dejado —incluso—
de ser antes?
Huele acaso a sensaciones imposibles,
a una atmósfera perdida que otorgara
leves toques engañosos de momentos retenidos
en acuífera memoria,
en las notas de ese lloro imperceptible
que sucede aunque creas que no es nieve
ese blanco espacio yerto