Ya no hay sombras en la nada, ni cobijo
ni destrozos en los huecos.
Ya no hay datos que destrocen
los semblantes que calculan,
solo un transitar de azares
que nos lleven hasta el punto comprimido
del origen de la nada.
Nada sueñan las estrellas en su frialdad
de polvo sin dominios, circundando los silencios
del vacío.
Frío dolor de cielo, vano.
Hueco trayecto inmenso, cerco.
Serio rugir de seres, tenues.
Ser y perder con creces, todo.
Todo sería nada si pudiéramos seguirlo.
Sigo sintiendo cielos, cientos.
Capas de cielo abierto, sino.
Rumbos sin sitio quieto. Cedo.
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