Sombras hay en el camino,
por el borde mismo de los días.
Crecen horas que intangibles cuantifican
e interponen su masiva transcendencia
entre el cielo del atrás y el purgatorio
del continuo pulular sin más sentido,
y conforman esas sombras del camino,
tan opacas que no alcanzas a borrarlas
cada vez que sigues vivo.
Es posible que creyendo que caminas
estés quieto, sorteando amorfas sombras
que te cubren y te envuelven con desdén.
Es posible que en penumbra estés dormido
y que sueñes que el avance va contigo.
Son opacas las continuas horas ciegas
que en vislumbres se supone que las vemos.
Pero abrir tus ojos ciegos con el grito del nacido
y cerrarlos al silencio del no ser, todo habrá
sido un suspiro entre luz y triste olvido.
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