Aquí sopla el viento en las aristas,
por las calles, que no existen sin esquinas;
sopla fuerte en los aleros, en las altas chimeneas
y en la puerta que nos cruje sus momentos
más dolientes. Sopla el invisible afán de las presiones.
Crujen las puertas, silban los salientes…
y en tanto la inquietud sube sus tintes.
Es un enemigo incierto que se evade,
no sin antes desquiciarte.
Pero manda él sin que lo aplaques.
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