Y tú,
¿Sigues diciendo
que las ventanas no cierran
y penetra el exterior como corriente
revuelta,
tú,
que has rendido tu virtud
encadenando los miedos
a un extraño estar ausente
del pulular de lo externo?
Y tú,
¿has visto el color ameno
otorgado tras los quicios
de los portones
de encierro?
Sangre sin cielo,
alma mordida en profundo suspiro;
sangre que encierra
nociones de encuentro,
forzando un reguero que expanda
la fuerza que oprime tu celo.
Y tú,
¿llamas de nuevo;
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