Como cuando era niño y los minutos
asolaban la inquietud y sus parcelas;
como cuando contaba hastíos,
agotando siempre las paciencias de la espera,
por no saber jugar al tiempo sin sentido.
Así es el cruel seguir, cuando en verano
se te estallan intervalos, de tan blancos,
tan vacíos; como cuando soy un niño —ahora—,
y el verano es un renglón dormido.
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