Cada retrato es un intento fiero por clavar el rostro y cada pose en el duro estar que no será -más-, en aquel ya fue que no volvió sino como engaño al ego, que siempre te querrá jovial y con rostro de saber estar, como si fuera en una eternidad.
(*) Nada más comenzar a leer "Carmen Martín Gaite, poemas", en una edición de Plaza y Janés donde se alternan poemas y retratos, luminosos retratos, clavados en el tiempo, clavados en un imposible presente para ellos, pues fijaron la pose en un instante -final para aquella realidad-.
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