(Mirando aún los
libros)
Me queda tiempo para repasar los lomos y portadas
de los libros que se apilan en cualquier soporte anclado
a los suelos que notaron mis pisadas.
Miraré los libros con sus letras resaltadas
componiendo las carátulas estancas.
Ya no sé si se abrirán sus páginas.
No percibo si serán un buen abrigo
para el tiempo que me quede de retiro.
Ya no sé si la pasión alcanzará las yemas de mis dedos
y pasarán las hojas como hicieron cuando aún
sentían brío —tampoco mucho; todo hay que decirlo—.
Cuando caigan estas letras por el espacio vacío
de un deseo ya vencido, no será sino un derribo
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