Vicente Javier-F

GRACIAS POR ENTRAR EN ESTE TROCITO DE MUNDO PARTICULAR, POR AYUDARME A BUSCAR ESE MOMENTO DE PLACIDEZ. A VECES NOS LLEGA SINTIENDO LO BELLO, LO SUAVE Y SERENO. LO MISMO TE OCURREN LOS SALTOS DE ASOMBRO. LA VISTA LO APRECIA Y LO BUSCA INCESANTE.







GRACIAS DE NUEVO AL LEER LO QUE ESCRIBO. LO MISMO OS DIGO POR VER LO QUE VI.







sábado, 3 de marzo de 2018

Constatación urbana


Hay un lenguaje de las casas,
con cortinas que se atrampan,
con persianas elevadas
y un silencio que recubre las estancias.
Los sombreros de las tejas seguirán cubriendo entornos
—en los pueblos—,
que se callan o se activan
con el sol de la mañana.
Hay viviendas que se apagan con la propia luz
que las halaga. Se vacían y se quedan recluidas
en las horas muertas sin la vida.
Ya no quedan las personas entornando sus vivencias
entre las paredes gruesas que conocen los secretos
de esas vidas mantenidas entre cal y entre cenizas.
Ya no quedan las miradas que te escruten las acciones.
Sale el aire por las puertas persiguiendo a las personas
que se marchan y retornan a la hora del cansancio a mesa puesta.
Nocturna vecindad que no rezuma
los momentos de las horas con sustancia.
Y las casas se enamoran del zumbido
de las voces de los plasmas y pantallas
enrolados en nocturnas distracciones.

Fuera, la lechuza se reencuentra —como siempre—
Con la luz del abandono.

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