Y se vierte una luz de invierno inmenso,
ahora que se adentran ya las horas
de incipiente primavera.
Y llueven —nievan— pétalos de frío,
cuando no se atreven los almendros
a cambiar su rosa y blanco pétalo prendido
por un aire que resuene plácido entre copas que requieren paces.
Y de puro frío escrito en las montañas que no duermen
sin las capas doloridas de los hielos
han pasado horas derretidas en su propio pensamiento tenue,
que va herido, cuando el sol ha levantado
su intención
de contentar incluso a las jornadas de las luces promediadas.
Han pasado rápidas las horas
que querían imprimir su estampa
de unas horas alejadas de lo arisco.
Puede ser que en otras muchas primaveras
se nos cuelen los destellos de los ávidos momentos de
templanza.
Hoy es duro el coleteo del invierno —terco invierno—,
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