Ahora los días escupen sorpresas
que hieren el tono de espera.
Ahora lo sueño, de día.
Las lunas vendían sus noches
tranquilas a cambio de gotas
de melancolía.
Los días perdían memoria
trocada por sombras
y estrías. Los días.
La noche llegaba a hurtadillas
sabiéndose dueña del tiempo,
dueña del día,
pues sabe aguardar en las sombras
sintiéndose eterna.
Color berenjena. Su manto
se extiende en las penas.
Vicente Javier-F
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