(A mi padre, un verano después de que se
fuera)
Vienes de decir algo:
tu padre se ha ido al viento.
Te quedas esculpiendo las palabras
del lamento.
Vienes de sentir tanto…,
para casi nada,
para que tu sombra quede siempre inacabada.
Una sombra no se encierra en las palabras.
Suelen resistir tanto (las negruras de su hechura)…
Sin embargo, duelen. Son negruras espantosas,
como un dolor espectro de lo que será la muerte.
Y ya, callado por ella, dejarás de decir algo.
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