He oído hasta el silencio,
el bastante silencio;
silencio apelotonado.
Y era frágil,
muy frágil;
al punto de querer estar en parte
en todo ese silencio,
sin llamarlo,
sin nombrarlo.
Y todo ha sido empezar a recogerlo
entre palabras que lo nombren
y todo se ha caído,
por el ruido de la mente,
que empezaba a comprobar si era silencio.
Y todo ha sido que el rasgar del lapicero
lo ha movido hacia los ruidos,
y el latido,
y ese trino de los pájaros
cansinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario