Todos pétalos son dientes
de una sierra
que te rasga
en una alterna sucesión de incertidumbres,
y te duele
con sus síes
con sus noes,
y su pobre corazón dorado,
cuando quede sin respuesta
y sin pétalos cedidos a las yemas de los dedos infelices
que pregunten
por venturas,
no será sino una límpida mirada
que perdiera sus pestañas
por cederlas
al capricho
de unos rostros embebidos
por el duro sinsabor en duda.
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