Aquí junto a las piedras me recojo en el regazo del
instante.
De nuevo el Sol es adorado, como en Tebas, como en Menfis.
Traiciono los momentos y me evado, recorriendo las centurias
de un medievo ya diezmado. Y visiono puertos de ciudades
perturbadas por la Peste renovada eternamente.
Eternamente.
Solo flores negras
en altares incendiados.
Las piedras me caldean,
mas no tengo más tiempo que el que cedan los embates.
Me adentro en mis cenizas. Constato —nuevamente—
que en la vida se entretiene
lo insondable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario