“La rosa no está en la ciudad”, Emily
Dickinson
La ciudad tiene balcones de descuido,
rosas rotas
y una memorable acción del frío;
tiene pies sobre el regusto amargo
de los tallos derrochados,
y esos pasos son locura en los zapatos.
La piel de la ciudad tiene deforme su esperanza
y un criterio avaro.
La piel tiene encendida la mudanza;
ocurre que no sabe adónde escapa.
También tiene sermones para el alma,
emanan del neón que nos restaña los deseos infelices y
asustados.