Hoy le veo los vestidos al estío
y son de olvido.
Son de olvido las texturas del incendio
entumecido.
Son de oro los recuerdos y se
abrasan pues el tiempo enternecido
se me duerme entre las ascuas
lentamente y pensativo.
¿Qué ha quedado de los oros y los brillos
de aquel tiempo siempre eterno
que soñaba en un mañana largo y tierno,
en un mañana quedo y lento?
Esos hilos de oro pulcro se han tejido
enmarañados en un paño con urdimbre
en el olvido.
No despiertes al estío vengativo
que te envuelve las espigas en un tono
casi amigo.
Hoy es día de vestidos con olvido.
¿Tú recuerdas los estíos siempre unidos
al clamor de las pisadas por los suelos
sin señuelos?
¿Tú recuerdas los olvidos de otros
tiempos sin clamores?
¡Cómo rugen los instantes al perder
polvos secantes de las hebras
que ahora arden lentamente!
¡Cómo queda el tiempo eterno disecado
entre las manos que lo asieron!
Vicente Javier-F
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