Qué oscuridad sin luna que la
reviente. Qué noche eterna
sin saberlo.
Mandarinas en las nubes de los
sueños.
Un desfilar de velas se pasea
por el velo de la noche
y una carcoma insomne
nos carcome los dibujos de la
aurora, que perece cada noche
por amores que le crecen
desde el este y ya no
asoman.
¿Dónde sus brillos posan?
Nido oscuro este vacío.
Qué sinsentido inmenso haber nacido
con los soles del estío.
Qué desafío al viento
no poder ver los
momentos.
Vicente Javier-F
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