No sé ni cómo idearte,
si aprender a hacer un croquis despistado,
con el trazo de una mano que te tema
—antes de saberte hecha—,
o afirmar que estás de paso
y tenderte los tapices
bajo tus pies alados.
Tampoco sé de lugares,
de qué tierra habitará tu orgullo,
porque no me creo nada
eso de que siempre gana
quien idea las entrañas.
Sé que has de salirme rana,
a nada que me suceda
confundir mi intento
con gran bienaventuranza.
Y no te creo,
hasta antes de que digas nada,
porque sé que tirarás del daño,
por mucho que me proponga
darle ser
a todo lo que ideé.
Quizá ese fue mi error:
creer que al fin crearía
un pequeño corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario