Suenan notas decreciendo por las
Ramas de los árboles al viento.
Corta el sol su recto rayo de bravura
En el momento en que la estepa campa dura
Por los campos de la lluvia con sordina.
¡Ay, fragmentos del otoño, lento, lento!
¡Ay, sonetos que quedasteis sometidos
Al ardor de los calores bajo sombras que albergaban
Dulces damas de las épocas doradas!
No hay cuartetos; no hay tercetos que ya canten
A los ocres campos secos.
No hay amantes que se llamen, que se clamen
Duro esfuerzo por sentir calor de afecto.
Suenan notas de lamento en los prados
Y en las fuentes del asueto.
No hay arbustos que serenen los sofocos
Delirantes del pastor por sus resuellos en la búsqueda
Inquietante. No hay zagala que le espere ya otro
Instante. Hoy el campo descompone los sabores
De las ambrosías puras; de las dulces
Criaturas. Hoy ya sólo forman silvas los
Silbidos por las hojas de los vientos susurrantes.
Vicente Javier-F
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