A mi hermana, Cristina
Ahora huelo
El calor tras el descanso del quebranto del verano.
Ahora siento
El perfume del jazmín sin tener que imaginarlo.
Ahora siento
Vibrar los grados que se suben a lo alto.
También seguiré los trazos
De la luz en su boato,
allá en el azul cobalto
Que ahora el cielo
Nos quiere dejar de abrazo.
Vicente Javier-F
(*) Cuando joven me atraían los sonidos de Triana y Alameda –sobre
todo; junto con Medina Azahara y Lole y Manuel-. Aún no había contactado
físicamente con el sur. Mi hermana me suele recordar la cantidad de veces que
yo ponía esos sonidos del sur en mi habitación. Aún me canta perfectamente la
letra de la canción de Alameda “Aire cálido de abril”:
Como el agua que en la fuente
fluye limpia y transparente (...)
Fueron tus besos para mí
vida y aroma de jazmín (...)
Vino a mi mente un resplandor
sentí del fuego su calor
y conocí una esperanza nueva.
Sentí pasando sobre mí
el aire cálido de abril
y caminé despacio y en silencio...
Pues bien, nunca sentí pasar sobre mí ese “aire cálido de abril” en este
norte en el que me tocó transcurrir, no en abril, ni casi en mayo, ni...
Hoy dieciséis de julio empezarán a subir
los grados. Pero hablo del tacto de agrado del aire en su calidez, no de
abrasamiento. Ayer mismo, en mi recorrido al trabajo pasé por tramos de 4,5ºC. a
la madrugada (y hablo de unos 550 m. de altitud, no de alta montaña, que se
podría esperar).
Así que este es el contexto de la foto y mi sentir.
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