Entraré en mi casa cuando el alba suene,
pues mi paz habrá sido quebrada
cuando el tul oscuro de un invierno en ascuas
cubra las estancias.
Y si el alba es clara
y el sonido intenso
dejaré mi hatillo
y romperé las tablas.
Una vez adentro,
ya no seré nada,
nada entre los pasos que me cierren
los retornos.
Una vez al alba destronada.
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