He salido a los balcones de palacio,
he sentido frío
y el soplido de los vientos resentidos.
No he oído canto en la mañana
ni en la tarde que se tumba en tu almohada.
Frío, solo frío
y un milímetro de escarcha en mis pestañas.
Apenas divisaba un haz de luz
cuando creía enardecerse mi paciencia adormilada.
Los parajes resoplan de vacío,
y allí seguía yo con los atuendos de la espera.
Felices los que esperan
sabiendo que el motivo se les presta a responder
en cada aurora,
en cada hueco milenario de ese instante demorado.
Y allí quedé desnudo de tu voz.
Y allí me despojaba del paisaje y de la brisa
que surgían de esa espera palaciega.
Y allí me despojaron del palacio que creía levantado
por tus ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario